lunes, 14 de mayo de 2007

Poder, individuo y sociedad: "El infierno son los otros"


A propósito de la renombrada secta de Pirque, me surgen varias reflexiones en torno al drama singular de la relación entre el uno, el todo, y cada una de sus partes. En español menos metafísico, el problema de un ser humano arrojado al mundo, que debe convivir consigo mismo y su entorno, en el contexto de un discurso de poder que lo afecta, me parece particularmente importante. En esta primera parte, me pregunto esencialmente hasta qué punto somos capaces de internalizar ese discurso, a través de las disciplinas y las normas, y objetivar a través de ese prisma al entorno que nos rodea, y vincularnos a través del poder, con nuestros semejantes.

De punto de partida, Foucault. Él deja muy claro que el objetivo central del disciplinamiento, en cuanto al tema que me interesa, es dirigir su acción al hombre individual, desvincularlo de su comunidad, y devolverlo a ella funcionando ligado directa y personalmente al poder, y relacionándose con su entorno a través de ese discurso ya asumido. En sus palabras:
"La disciplina fija; inmoviliza o regula los movimientos: resuelve las confusiones, las aglomeraciones compactas sobre las circulaciones inciertas, las distribuciones calculadas. Debe también dominar todas las fuerzas que se forman a partir de la constitución misma de una multipilicidad organizada, debe neutralizar los efectos de contrapoder que nacen de ella y que forman resistencia al poder que quiere dominarla: agitaciones, revueltas, organizaciones espontáneas, coaliciones -todo lo que puede depender de las conjunciones horizontales. De ahí el hecho de que las disciplinas utilicen los procedimientos de tabicamiento y verticalidad (..) en suma, que opongan a la fuerza intrínseca y adversa de la multiplicidad el procedimiento de pirámide contínua e individualizante." (Vigilar y Castigar, pág 220)

Lo que creo central en este tema de la secta de Pirque, es cómo funciona exitosamente, por cuanto automáticamente, el disciplinamiento. Al ser asumido por cada individuo, es el conjunto de la comunidad la que, aprehendiendo el discurso del poder, funciona como un nuevo ente disciplinario. La constitución misma de "comunidad" sólo puede darse en el seno del disciplinamiento del individuo en las instituciones tradicionalmente dadas para ello. La secta de Pirque impide aquéllo; constituye una reunión horizontal paralela a las permitidas, sin pasar primero por el condicionamiento individual. Allí está el centro del asunto, me parece. Es más que un problema de visiones de mundo. Es un problema del agrupamiento. Es más que el hecho de "pensar distinto". Es el hecho de vivir distinto, en común. Las únicas instituciones válidas de agrupamiento social son las normativas: familias, colegios, universidades, trabajo, cárceles, manicomios, hospitales, etc. El resto, son políticas, religiosas o "ciudadanas", pero siempre entrando en un diálogo abierto y dependiente con el gran contexto social macro que inserta en sí a todas las organizaciones, les da sentido y unidad: la sociedad, manifestada en el estado-nación moderno, el "poder". El crimen no es sólo hacer cosas distintas, sino hacerlas juntos, aparte, solos, fuera de la vista del panóptico, compuesto no ya por el poder vigilante, sino por la reunión de los vigilados, la llamada "opinión pública". Por ello son "raros". Por no ser "dóciles". No se trata aquí de hacer apología de un grupo que no conocemos (o peor, que conocemos mal), que probablemente ejecute otro tipo de disciplinamiento en el interior de su seno, creando nuevas jerarquías y pirámides. (¿le será posible al hombre moderno escapar de esa constante creación de poder y disciplina, aunque crea que está huyendo precisamente de ella?) El tema es que este episodio nos demuestra el triunfo de este esquema foucoultiano. El crimen se hace público, se hace espectáculo; el tribunal, compuesto por la masa de los vigilados, que han objetivado a tal punto el discurso oficial, reinvindican su derecho a ser dóciles, a que nadie se arranque del esquema, declarando la imposibilidad de escaparse de la rigidez del esquema, y hace oídos sordos a la propuesta. No la ataca por su sustancia; no importa lo que dicen, o piensen, sólo importa volverlos al camino, "sanar el cuerpo social", (pues son, efectivamente, un "peligro para la sociedad", para ésta al menos) y dejar bien en claro que ello no debe hacerse; hacer , como dicen en el mundo de la farándula, un "asesinato de imagen".

Pese a todo, este ideal no es para nada nuevo. Los métodos disciplinarios sí lo son; sin embargo, ese vínculo personal entre el todo y el individuo, entre el poder y el ente objetivado, es tan antiguo como el ser humano. El panóptico viene a utilizar, para nuevos fines, el tradicional vínculo entre el hombre y las divinidades. El ser estaba depositado en el conjunto cósmico, constituído por la divinidad, y la relación entre el ser humano y su entorno. Éste, perdido e incompleto, debía reactualizar su frágil subsistencia, a través de ejercer su responsabilidad cósmica a través del rito. El poder, omnisciente e omnipotente, ejercía un vínculo directo con cada individualidad, que ejercía su responsabilidad en el colectivo, pasando siempre por el poder. No existen vínculos horizontales que no respondan a esta lógica. El colectivo se organizaba y funcionaba en función del todo, del poder; por ello se justifican sacrificios humanos, matanzas, teocracias jerárquicas, impuestos gigantescos, etc. Por ello todo tenía sentido. Tal cual, frente a este caso de la secta de Pirque, se muestra, nuevamente, la relación compleja del todo con el individuo dócil, formado en cada una de las instituciones disciplinarias, ensalzando a la norma como eje de la legalidad. El cuerpo social demuestra ceguera e incapacidad de organización horizontal: el individuo funciona según el poder, y en conjunto con el resto, en pos de declarar la victoria de la norma. Se encierra, se ciega a lo humano que está junto a él, no lo ve, por estar deslumbrado por la luz que emana desde arriba. O peor aún, lo observa bajo el prisma objetivador del discurso; no existe autonomía del enfoque, por ende, no existen vínculos reales entre los individuos (al menos, entre éstos individuos). Son las estirpes condenadas a una eternidad de soledad, de vínculos incompletos y confusos. Este caso de Pirque refleja claramente la incomprensión, la falta de voluntad de salir de sí mismo para ver al otro, puesto que dentro de cada uno está asumido el poder, y funciona. No olvidemos que ello no es la primera vez que ocurre en Chile, no es la primera vez que los ruidos externos más aterradores no son escuchados desde el interior del hogar, del colegio, universidad, trabajo, etc, donde el individuo se olvida cada vez más del resto y de sí mismo, encandilado por el mensaje de la disciplina...

Al final, todo lo resume Rubén Blades, en esa gran canción "Desapariciones" :

"Anoche escuché varias explosiones/ tiros de escopeta y de révolver./ Autos acelerados, frenos, gritos,/ ecos de botas en las calles,/ toques de puerta, quejas por dioses, platos rotos/ estaban dando la telenovela, ¡POR ESO NADIE MIRÓ PA' AFUERA!/ ... ¿Dónde van los desaparecidos?/ Busca en el agua y en los matorrales/ ¿Y por qué es que se desaparecen?/ POR QUE NO TODOS SOMOS IGUALES..."

Por eso mismo, propongo, desde esta humilde y apartada tribuna, ese llamado de atención profundamente deconstructivo de la imagen: "conócete a ti mismo". (qué más deconstructivo que esa imagen...) Así como Foucault nos dice que la unica forma de huir del dispositivo de sexualidad no es a través de legitimar el concepto de "sexo" fabricado por ella, sino provocar una nueva relación con el cuerpo; para recuperar el vínculo con los otros hay que volver a uno mismo, y sacarse ese prisma discursivo del poder omnipresente. ¿Es posible? Es la gran búsqueda de la actualidad...

2 comentarios:

Margarita dijo...

Es una perspectiva interesante y original, es un buen punto el del triunfo del modelo. creo si, que la entrada podría haber terminado en lo del asesinato a la imagen, hubiero sido menos largo y más potente, menos explicativo. es solo una opinión, me quedo con esa primera parte que encontré de muy buena calidad critica.

Anónimo dijo...

bueno el autoretrato, lo dibujo urtubio?



saludos sir